lunes, 4 de noviembre de 2013

El Vínculo Terapeuta Paciente


Resumen del Trabajo presentado en la Jornada XIII del Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima (21 de setiembre del 2013)

Cuando me dijeron que iba participar en esta jornada y me comentaron que el tema a tratar era el vínculo terapeuta paciente la primera asociación que tuve fue ¿por dónde empiezo? ¿De todo lo referido al vínculo qué es lo más oportuno a presentar? Creo que para aproximarse a esta relación es importante asomarse en primer lugar a la idea de vínculo, alrededor de este se presenta el primero de todos, haciendo referencia a la relación madre hijo. Es este el vínculo seguramente fundante de cualquier otro que se forme posteriormente, rico en sonidos, colores y aromas este primer contacto nos acerca a la posibilidad de brindarnos a un otro, con seguridad este primer vínculo se ha podido dar en nosotros de manera bastante cercana a lo idóneo, como condición vital en el rol de terapeuta, debo suponer entonces que si estamos acá hoy, es debido al vínculo fundante de todo terapeuta: el vínculo con nuestras madres.
Amamos, reímos, nos separamos, sentimos orgullo, tristeza, envidia, pasamos tiempo solos o en compañía, recorremos el camino en busca de un algo que nos permita retomar aquello que seguro quedo en algún lugar estancado o a medio hacer. Nos aventuramos en la religión, la filosofía, la psicología o en temas sociales tras la misma búsqueda, hasta que descubrimos un escenario que nos lleva a pensarnos a mirarnos a confrontarnos con la posibilidad de un no saber pero que justamente es en ese no saber dónde empezamos a construir nuestra identidad como sujetos de cambio y luego o al mismo tiempo como terapeutas. Es importante en este vínculo poder definir nuestra identidad como terapeutas, recordar de dónde venimos y todo lo recorrido nos ofrece la posibilidad de adentrarnos en la relación con el paciente de manera segura, reconociendo nuestras habilidades y tratando de aminorar nuestras limitaciones en un proceso que seguro se dará a lo largo de toda la vida.
Coderch señala que todo lo que el analista haga o no haga, diga o no diga es una acción que posee un significado interpersonal y que su tarea consiste en buscar significados interpretarlos y reconocer cual ha sido la influencia de su respuesta personal en la aparición de la réplica del paciente.

Tansey habla de una identificación del terapeuta con su paciente, se trata de una identificación introyectiva transitoria del terapeuta, corresponde a la identificación concordante de Racker en la que cada parte de la personalidad del terapeuta se identifica con la correspondiente del paciente, el yo con el yo, el ello con el ello y el súper yo del paciente con el súper yo del terapeuta.

Dentro del modelo de Bion de continente contenido este se refiriere a que el continente es aquello dentro de lo que algo puede ser proyectado y el contenido aquello que es proyectado en el continente. Esta relación hace referencia la relación madre hijo en la que el bebe proyecta en su madre una serie de contenidos, una madre con buena capacidad de contención, toma lo proyectado, lo modula y lo retorna al bebe de manera que pueda ser tolerado. De manera similar esta función de contención es básica en el vínculo terapéutico, el paciente proyecta sus temores y demás emociones intolerables, frente a él, el terapeuta los contiene, modula y devuelve de manera tolerable para el paciente. Dentro de la concepción Kleiniana, cuanto más empático es el objeto terapéutico hacia las identificaciones proyectivas del paciente y cuanto menos proyectivas e identificatorias son estas últimas, tanto más se vuelven comunicaciones que pueden ser enriquecedoras para el paciente.

En el Perú un reconocido maestro el Dr. Seguin, expuso de manera clara el concepto de eros terapéutico: “No se puede, pues, de ninguna manera, ser psiquiatra si no se posee conocimiento y, paralelo a él, un afán de comprensión íntima, un especial amor hacia los pacientes que he llamado, por su parentesco con el "Eros pedagógico" griego, el "Eros terapéutico". El Eros terapéutico es un amor desinteresado, no posesivo, no imperativo, libre de implicaciones sexuales, que une al médico con el paciente en una cualidad benéfica y floreciente.
Todas estas miradas del psiquismo y de la interacción del terapeuta y su paciente se pueden complementar con una mirada más neurobiológica en la llamada teoría de la mente. Esta está referida como la habilidad psíquica, que poseemos para representar en nuestra mente los estados mentales de otros (pensamientos, deseos, creencias, intenciones, conocimientos) y mediante esta representación psíquica poder explicar y predecir su conducta.

En una psicoterapia exitosa, las conexiones neuronales sinápticas del cerebro del paciente -y tal vez debiera agregarse del terapeuta– cambian. Se ha comenzado a acumular estudios que muestran que la psicoterapia literalmente puede alterar la neuroquímica y fisiología del cerebro. Es interesante comprender como el aspecto vincular tiene una base neurobiológica a este nivel y es aquí donde a parecen las llamadas neuronas espejo las cuales son un subconjunto de neuronas multimodales que tienen la capacidad de ser activadas de modo directo por medio de diferentes modalidades sensoriales. En términos generales, Wolf y sus colegas postularon la idea que el sistema de neuronas espejo está programado con la capacidad de “leer” las expresiones emocionales de los demás, posibilitando al psicoterapeuta, tanto empatizar en alguna medida con experiencias vitales y afectivas ajenas a las propias. La existencia del sistema de neuronas espejo permite suponer que en los procesos de comunicación inconsciente en la relación psicoterapéutica las señales expresivas implícitas del paciente pueden activar en el terapeuta un patrón neuronal resonante similar al del paciente, que es entonces compartido entre ambos y que fundamenta la comprensión empática y el entonamiento afectivo. Desde este punto de vista, es esperable que el psicoterapeuta experimente estados emocionales similares a los del paciente con independencia de las proyecciones y la identificación proyectiva que este último puede utilizar en términos defensivos.

Creo finalmente que lo más importante del vínculo entre el terapeuta y su paciente es lo que nos dijo Seguin: un afán de comprensión íntima y un especial amor al paciente. Dentro del vínculo se ofrece la posibilidad de cambio psíquico, el logro de este, permite la aparición de la transferencia, contratransferencia y resistencias. Creo que en nuestra escucha, en la tolerancia, en nuestra neutralidad tenemos una forma muy cuidadosa de acompañar a nuestros pacientes, ese es a mi modo de ver parte esencial de nuestro trabajo, soy un convencido que lo que cura en mayor parte es nuestra capacidad de amar.


Luis Félix
Psiquiatra
Psicoterapeuta